Las
novelas históricas han puesto al descubierto los nombres de varias sociedades
secretas que durante años han estado ligadas con las leyendas, moviéndose entre
la realidad y la ficción de su influencia histórica en la política y la
sociedad. El simple nombre de los Iluminati, el Priorato de Sion, o el más
conocido de la Masonería, despiertan una curiosidad morbosa acerca de su origen
y de su verdadero poder, y, sobre todo, de hasta qué punto ambas siguen
existiendo en las sombras.
¿Quiénes
son? ¿Por qué las estrellas mediáticas estarían unidas a estas nebulosas? ¿Cómo
utiliza esta secta a los artistas para transmitir sus mensajes a las masas? Nos
adentramos en una teoría de la conspiración tan paranoica como intrigante.
Los Illuminati no son ni más ni menos que la élite de la élite,
la sociedad secreta más poderosa del mundo. Creada en el siglo XVIII, el grupo
de los Illuminati (que significa “iluminados”, en referencia a la corriente de
la Ilustración) va a cambiar la historia del mundo: en ese momento,
consiguieron derribar las monarquías que impedían el progreso social e
intelectual. A los Illuminati se les atribuye también la Revolución Francesa, pero no creo que esta secta persiga
nobles causas: según ellos, la gente es ignorante y estúpida por naturaleza.
Los Illuminati serían de hecho una élite ilustrada que usaría la democracia
para llevar a cabo sus ideas.
¿Por qué los conspiracionistas piensan que las
empresas capitalistas están bajo las órdenes de los Illuminati?
Aquí es donde empieza la paranoia: según los teóricos
de la conspiración, cualquier logo de empresa en el que aparezca algo parecido
a una pirámide o unos ojos pertenece a los Illuminati.
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