sábado, 11 de octubre de 2014

Tihuanacos


Fue el centro de la civilización preincaica más antigua. La capital de ese antiguo imperio megalítco fue Tihuanaco de fuerte influencia mesopotámica, basada en la agricultura y la ganadería. Su arquitectura está decorada con relieves y por los restos que quedan se puede apreciar su magnificencia, que se extiende por una superficie de 600 hectáreas.

El Templo de las Piedras Paradas o Kalasasaya, que ocupa dos hectáreas, contiene tres importantes esculturas: el monolito Ponce, donde se aprecian finos grabados iconográficos de hombres alados, peces, cabezas de puma o de camélidos, cóndores, águilas y símbolos escalonados; el monolito El Fraile, que es un enigmático personaje que lleva un báculo y un keru en las manos y en su faja se aprecian huellas de cangrejos en relieve; y la Puerta del Sol, trabajada en un solo bloque de piedra volcánica de aproximadamente 10 toneladas de peso. Y el dintel tallado, con tres franjas horizontales, y con una figura central, el Señor de los Cetros, rodeado por 48 geniecillos alados.


También se encuentra el Palacio de los Sarcófagos, con planta rectangular, en cuyos muros interiores hay cámaras funerarias talladas en piedra con acceso al patio central, donde se enterraba a los jerarcas tihuanacotas. Lo singular de las puertas es que se cerraban con piedras corredizas que deslizaban al humedecer el suelo. 





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